Cuando entramos en los mercados con la intención de obtener un beneficio con la caída de un activo, se dice que operaremos «en corto».
Esto es, vendemos un «activo» (valores de bolsa, pisos, oro, petróleo, café, …) con la intención de volverlo a comprar por un precio mucho más barato y obtener así un rendimiento por estas gestiones.

Ejemplo:
Imaginemos que, por causas laborales, vamos a vivir durante 5 años en el extranjero, por lo que durante ese tiempo no usaremos nuestro automóvil que ahora tiene 3 años de antigüedad y 100.000 kms. recorridos.
Este vehículo posee actualmente un valor en el mercado de 20.000 euros. Según creemos, dadas las circunstancias macroeconómicas actuales en nuestro país, el precio de los automóviles usados caerá fuertemente durante los próximos años.
De tal manera que, si lo vendemos ahora, a nuestra vuelta podremos recomprar un automóvil similar (en antigüedad y kilometraje) a un precio mucho más económico. Si nuestras predicciones se cumplen, con esta operación habríamos obtenido un claro beneficio, pues por un lado evitaríamos asumir la depreciación de nuestro vehículo y por otro eludiríamos los impuestos y gastos de mantenimiento que pudieran derivarse por tenerlo «aparcado» durante esos años.

Pero… ¿ y si no disponemos del activo ?
Pues para «sacar tajada» de su depreciación, tendremos que pedírselo prestado a alguien. Después de efectuar las operaciones de venta y posterior compra se lo devolveremos a su dueño.
Esto obliga a que pase lo que pase, debemos devolver el activo a su dueño adquiriéndolo nuevamente al precio vigente (independientemente de que la operación resulte ganadora o perdedora)

Ejemplo:
Imaginemos que nuestro vecino va a vivir durante los próximos 5 años en el extranjero, y sabemos que durante ese tiempo no va a usar su automóvil que ahora tiene 3 años de antigüedad y 100.000 kms. recorridos.
Este vehículo posee actualmente un valor en el mercado de 20.000 euros. Según creemos, dadas las circunstancias macroeconómicas actuales en nuestro país, el precio de los automóviles usados caerá fuertemente durante los próximos años.
De tal manera que convencemos a nuestro vecino para que nos lo ceda con la garantía por escrito de que, al cabo de 5 años, le devolveremos un modelo similar con las mismas prestaciones y kilometraje que su actual automóvil. El beneficio para el vecino será el volver a disponer, a su vuelta, de un vehículo de 3 años de antigüedad del cual no habrá pagado dinero por su mantenimiento ni por los impuestos derivados de los 5 años de ausencia.

De tal forma que, tal y como hemos visto, podemos obtener rendimiento por la caída del valor de un activo, aunque el segundo ejemplo puede tener un riesgo importante que veremos a continuación.

Los riesgos de ir «de prestado»
Cuando vendo algo que YA es mío para recomprarlo más barato posteriormente, si por alguna razón el precio sube (en lugar de bajar) puedo elegir NO recomprar o dejarlo para más adelante, cuando las condiciones del mercado me sean más favorables.
Pero cuando yo vendo algo que me han prestado para luego recomprarlo, si por alguna razón el precio sube disparado hasta las nubes, podría arruinarme completamente, pues tendría la obligación de recomprarlo en una fecha límite determinada y al precio que fuera (para devolvérselo a quien me lo prestó).
Este sería el caso del segundo ejemplo, en el cual tendríamos la obligación de recomprar el coche al cabo de 5 años (al precio de mercado que estuviese en ese momento). Por supuesto, tenemos la opción de efectuar la recompra antes de que se alcance la fecha de vencimiento (o según el ejemplo, fecha en la que el vecino retornará de su estancia en el extranjero)

Si nos prestan, ¿Cual es el límite de pérdidas?
Cuando operamos normalmente (comprando «barato» para luego vender «caro») el límite de las pérdidas queda establecido por la inversión que hemos efectuado al hacer la compra. Si compramos acciones de una empresa X y desgraciadamente esa empresa cierra antes de haber vendido las acciones, nuestra pérdida se limitará a la inversión (compra) que hicimos, lo cual no es poco.
En cambio, a diferencia de la operativa normal anteriormente mencionada y tal y como hemos visto anteriormente, en la operativa «en corto» (vender «caro» para luego comprar «barato») NO HAY LÃMITE de pérdidas cuando vamos «de prestados».
Si vendemos unas acciones de la empresa X que alguien nos prestó y su valor acaba multiplicándose por 10, por 100 o por 1000 … llegada la fecha máxima de vencimiento del préstamo de acciones tendríamos que endeudarnos y vender todas nuestras posesiones para poder afrontar el coste y devolverlas a su legítimo dueño.
De tal forma que NO hay más límite de pérdidas que el que nosotros nos impongamos psicológicamente.

¿Y cual sería la pérdida máxima asumible?
En el ámbito de los mercados financieros y las operaciones de bolsa muy pocos dejan correr las pérdidas más allá de un punto de STOP técnico, el cual se establece en base a diversos análisis o estudios financieros limitando la pérdida a un pequeño porcentaje sobre el valor del activo.
Pero la última frontera para una operación «en corto» consistiría en limitar el riesgo de la operación al valor inicial del activo, equiparando el riesgo de esta forma, al máximo que corre cualquiera de las inversiones normales operadas «en largo» (comprar para luego vender más caro).
Esto significa que el límite máximo (no técnico) de pérdidas en una operación en corto con un activo prestado debería ser exactamente igual al valor de venta inicial del activo.
En el caso del segundo ejemplo (del vehículo prestado por el vecino), la pérdida máxima que deberíamos soportar antes de recomprar el nuevo automóvil mientras estamos sufriendo pérdidas debería ser igual al precio de venta de dicho automóvil. Esto nos llevaría a recomprar el vehículo cuando alcanzara los 40.000 euros (dado que vendimos inicialmente el vehículo por 20.000 euros). La pérdida total de la operación no superaría los mismos 20.000 euros que costaba el automóvil inicialmente. Habríamos acumulado una pérdida igual al valor del activo equiparando de esta forma el riesgo al de las operaciones normales «en largo».
Y ese es el punto en el que establecemos «LA MUERTE DEL CORTO«.

Rafa.